Entre los
nombres de las mujeres que han hecho la historia de la Patagonia resalta aquel,
decididamente anglosajón, de Elena Ghreenhill. Nacida en Pellon Lane, en el
Yorkshire inglés, Elena es la Calamity Jane argentina. La famosa inglesa
presume en su currículo de haber tenido tres maridos, dos hijos, de todo tipo
de actos delictivos y de haber transformado a dos policías estatales en sus
criados.
La historia de su vida y el trágico final de la famosa y legendaria bandolera inglesa que recorrió con sus andanzas las huellas y travesías de Río Negro y Chubut, sólo pueden concebirse como ocurridos en dos lugares de la tierra: el oeste norteamericano o la lejana patagonia argentina, en aquellos años de fines del siglo XIX y principios del XX.
La familia vivió en varias estancias de la patagonia chilena y argentina, donde el padre se desempeñó como encargado de establecimientos dedicados a la cría del ganado lanar. En ese ambiente rudo donde se mezclaban la disciplina de los patrones con las costumbres de la peonada india y criolla se crió Elena. Con los años la niña se convirtió en una verdadera amazona y eximia tiradora.
La historia de su vida y el trágico final de la famosa y legendaria bandolera inglesa que recorrió con sus andanzas las huellas y travesías de Río Negro y Chubut, sólo pueden concebirse como ocurridos en dos lugares de la tierra: el oeste norteamericano o la lejana patagonia argentina, en aquellos años de fines del siglo XIX y principios del XX.
La familia vivió en varias estancias de la patagonia chilena y argentina, donde el padre se desempeñó como encargado de establecimientos dedicados a la cría del ganado lanar. En ese ambiente rudo donde se mezclaban la disciplina de los patrones con las costumbres de la peonada india y criolla se crió Elena. Con los años la niña se convirtió en una verdadera amazona y eximia tiradora.
Convertida
en muchacha y habiendo fallecido su madre, Elena, con 19 años, se casó con
Manuel De La Cruz Astete Pintos, para vivir en rápida sucesión, primero en
Choele Choel, después en General Roca y finalmente en Catan Lil, Neuquén. Por
esa época su esposo ya había comenzado a tener problemas con la justicia
acusado de cuatrerear ganado y contrabandear hacienda al país trasandino. Con
el transcurrir de 1904 y con dos hijos, comenzaron las desavenencias en el
matrimonio, cuestión que culminó trágicamente. Astete desapareció un día y las
sospechas de que puedo haber sido asesinado recayeron sobre Elena y un peón de
campo que la secundaba.
Poco después fue puesta a disposición de la justicia por ese motivo, cuando el cuerpo del infortunado Astete apareció en la zona de Casa de Piedra con señales de haber sufrido violencia física.
En esas circunstancias conoció a Martín Coria, calificado como hombre hábil para los negocios, conocedor de leyes, y con influencias políticas, quien obtiene su libertad y la hace su esposa. En ese año de 1905 la pareja se instaló en el paraje rural de Montonilo, a unas 10 leguas de Ingeniero Jacobacci. El matrimonio ya era conocido por sus andanzas y llegaron con malos antecedentes, instalando un boliche, una especie de almacén de ramos generales con compra y venta de frutos del país.
En pocos meses Montonilo se convirtió en la base de operaciones de Grenhill, Coria y su banda de forajidos, que iniciarían una y mil correrías, fundamentalmente el robo de ganado, contramarcando la hacienda, y haciéndose respetar de cualquier reclamo, por la fuerza de las armas que eran exhibidas sin dar lugar a mayores discusiones.
Poco después fue puesta a disposición de la justicia por ese motivo, cuando el cuerpo del infortunado Astete apareció en la zona de Casa de Piedra con señales de haber sufrido violencia física.
En esas circunstancias conoció a Martín Coria, calificado como hombre hábil para los negocios, conocedor de leyes, y con influencias políticas, quien obtiene su libertad y la hace su esposa. En ese año de 1905 la pareja se instaló en el paraje rural de Montonilo, a unas 10 leguas de Ingeniero Jacobacci. El matrimonio ya era conocido por sus andanzas y llegaron con malos antecedentes, instalando un boliche, una especie de almacén de ramos generales con compra y venta de frutos del país.
En pocos meses Montonilo se convirtió en la base de operaciones de Grenhill, Coria y su banda de forajidos, que iniciarían una y mil correrías, fundamentalmente el robo de ganado, contramarcando la hacienda, y haciéndose respetar de cualquier reclamo, por la fuerza de las armas que eran exhibidas sin dar lugar a mayores discusiones.
A partir
de allí, Elena Grenhill comenzó a ser conocida como “La inglesa”, “La bandolera
inglesa” o “La matrera”, y sus andanzas, en huellas y travesías, eran el centro
de comentarios y referencias en los fogones de la campaña y en los poblados, en
su mayoría conocedores de sus golpes de mano. Es que la banda de “La inglesa”
se desplazaba con asombrosa velocidad, siempre a caballo, entre Río Negro y
Chubut, conociendo al milímetro caminos, quebradas y atajos, poniendo oportuna
distancia de las autoridades, engañándolos con información falsa y repeliendo
su accionar con las armas cuando no había otra alternativa.
Algo de eso sucedió precisamente cuando una partida de la policía del Chubut se dirigió a Montonilo rodeando la casa. Cuando “La inglesa “y sus secuaces divisaron 1as fuerzas del orden, comenzaron a dispararles con armas largas, poniéndolos en retirada. Y además, dos oficiales se rindieron ante los malhechores y, antes de ser liberados, fueron obligados a cumplir tareas domésticas a su servicio durante varios días.
Algo de eso sucedió precisamente cuando una partida de la policía del Chubut se dirigió a Montonilo rodeando la casa. Cuando “La inglesa “y sus secuaces divisaron 1as fuerzas del orden, comenzaron a dispararles con armas largas, poniéndolos en retirada. Y además, dos oficiales se rindieron ante los malhechores y, antes de ser liberados, fueron obligados a cumplir tareas domésticas a su servicio durante varios días.
Coria
falleció en 1914 y Elena celebró su tercer matrimonio, esta vez con Martín
Taborda, un malviviente que integraba la gavilla de cuatreros. El último
capítulo de la azarosa vida de “La inglesa” se escribió en la estrecha
angostura de El Chacay, un cañadón flanqueado por altos muros de piedra, cerca
de Gan Gan, donde la policía del Chubut fue buscando revancha, al mando del
comisario Félix Valenciano. Emboscada y sorprendida, la voltearon del caballo
de un balazo sin darle tiempo a defenderse, y le dieron un tiro de gracia en el
suelo, cuando estaba boca abajo. Fue enterrada en Gan Gan y sus restos
exhumados y conducidos a Buenos Aires, fueron depositados en el cementerio
británico. Cuentan que en el sitio donde estuvo la tumba, todavía hay una cruz
de madera donde la gente deposita flores en honor a su coraje.