A pasado un mes
de aquel fatídico 29 de abril en que Dios decidió que ya era el momento de partir a
un lugar mejor, sin dolor, sin odios ni rencores porque aquí en donde habitamos
los mortales ya habías cumplido tu misión.
En ese mes muchos
comentarios buenísimos se escucharon, vecinos agradecidos, alumnos también y
gestos que ni siquiera lo que más lo tratamos sabíamos, pero él era así y de
esa manera se fue.
Si hasta el mismo
padre, hoy obispo lo había lo bautizado y que casualidad venir a la Patagonia y
encontrarse, digo casualidad cuando en realidad creo que su misión estaba en
estas tierras Patagónicas que el querido
Luis presentaba en su Misiones natal como “hermosa”.
Muchas personas
pasaron sin pena ni gloria por nuestro bendito Paso de Indios y muchas pasaran
sin dejar nada, pero de lo que si estoy seguro es que lo que vos lograste en
pocos años, otras jamás lo lograran en
toda una vida.
En donde estés hermano, amigo, compañero siempre estarás presente en nuestras charlas y nuestro corazón.
En donde estés hermano, amigo, compañero siempre estarás presente en nuestras charlas y nuestro corazón.
Por último dejo
una reflexión de facundo Cabral.
“Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
No hay muerte... hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuelo y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.”